I. Yo y la poesia
Cuando mis amigos ven a una mujer hermosa
O sienten correr el aire fresco
Sólo dicen que vieron a la mujer hermosa
O sintieron correr el aire fresco.
O sienten correr el aire fresco
Sólo dicen que vieron a la mujer hermosa
O sintieron correr el aire fresco.
Tal vez por eso se ríen cuando les hablo de poesía
Creo que no se permiten comprender aún tantas palabras,
Ni que las palabras NO son las cosas
Que en la poesía quiere decirse
Lo que se vive a cada paso,
La música que cantan las cayes que envejecen,
La esperanza absurda de los días monótonos,
Las mañanas que se tornan dulces cuando llueve,
Las noches que nos abren sus brazos con sus estrellas,
o los infinitos momentos desdichados.
Pero un día, sin que la viéramos,
Percibimos el dulce perfume de una muchacha
Y uno de ellos dijo, sin darse cuenta,
Que olía como una guayaba en la mañana
Porque no sabía como nombrarlo,
No dijo lo que era sino cómo era.
No comprenden que así quiero hablar yo,
Como habla la poesía
Que trato de sentir y comprender lo que desconozco
Y que intento decirlo a pesar de todo.
Y es que en la poesía ignorar es una forma de comprender
Como si sirviera para recordarnos
Que la vida, con sus frases y palabras y cosas,
no es algo que todos entienden.
Es, a mi manera de ver,
Como decir que podemos sentir correr el aire
O mirar a una mujer hermosa.
II. San Martìn Mañana...
Vivimos en una ciudad llena de gente.
Vacía, maltratada.
Enferma de administraciones de engorda
y ayuntamientos peores que los de yunta.
Que la inundan siempre de alcohol, nunca de esperanzas
y no la hacen dormir, la embriagan.
Y le cobran y la devastan.
Nuestra ciudad esta enferma de la “buena sociedad”,
que la hace ver como una cara con cirugía.
Mentida, mal maquillada;
Herida de banalidad, mala y mucha televisión y alcohol.
Aburrida de querer ser siendo solamente burlada, prostituida.
Los pocos que “hacen algo”, por ella, no hacen nada.
Le cuestan.
Y los que en ella dicen, no dicen nada.
Se dejan callar, cobran, se callan.
Aquí se es oveja con cencerro o se es rebaño.
Y tal vez ladrido ovejero.
Es triste.
Y más triste aceptar que no hay casi nada.
De la gente que un día la llena enriqueciéndola, no aprendemos nada.
Le cobramos, le mentimos.
La dejamos ir sin aprenderle nada.
Mas siempre podremos GRITAR
Ser una oveja negra en este rebaño que pronto quedará sin lana.
GRITAR.
Que lo que vemos no es todo,
Que lo que hacemos no es todo.
Que podemos convertir la ciudad en un poema
Porque esta ciudad todavía es esperanza,
Todavía es guerra,
Todavía un mundo.
Porque San Martín sigue siendo una ciudad
Vacía, maltratada.
Enferma de administraciones de engorda
y ayuntamientos peores que los de yunta.
Que la inundan siempre de alcohol, nunca de esperanzas
y no la hacen dormir, la embriagan.
Y le cobran y la devastan.
Nuestra ciudad esta enferma de la “buena sociedad”,
que la hace ver como una cara con cirugía.
Mentida, mal maquillada;
Herida de banalidad, mala y mucha televisión y alcohol.
Aburrida de querer ser siendo solamente burlada, prostituida.
Los pocos que “hacen algo”, por ella, no hacen nada.
Le cuestan.
Y los que en ella dicen, no dicen nada.
Se dejan callar, cobran, se callan.
Aquí se es oveja con cencerro o se es rebaño.
Y tal vez ladrido ovejero.
Es triste.
Y más triste aceptar que no hay casi nada.
De la gente que un día la llena enriqueciéndola, no aprendemos nada.
Le cobramos, le mentimos.
La dejamos ir sin aprenderle nada.
Mas siempre podremos GRITAR
Ser una oveja negra en este rebaño que pronto quedará sin lana.
GRITAR.
Que lo que vemos no es todo,
Que lo que hacemos no es todo.
Que podemos convertir la ciudad en un poema
Porque esta ciudad todavía es esperanza,
Todavía es guerra,
Todavía un mundo.
Porque San Martín sigue siendo una ciudad
con MAÑANA.
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